Un microclima es una zona atmosférica pequeña y localizada con condiciones meteorológicas distintas de las de los climas circundantes, creadas por variaciones en la topografía, la vegetación, las masas de agua o las estructuras artificiales.
Un microclima representa un "clima dentro de un clima", en el que las condiciones locales pueden variar significativamente respecto a la zona climática más amplia. Hay varios factores clave que contribuyen a la creación de microclimas:
Incluso los entornos de menor escala, como jardines o granjas, pueden desarrollar microclimas. Por ejemplo, un viñedo o un huerto pueden crear sus propias condiciones climáticas únicas a través del riego, la sombra proporcionada por los cultivos o el tipo específico de suelo. Estos microclimas pueden tener un impacto significativo en el crecimiento local de las plantas, influyendo en los tipos de cultivos que prosperan en una zona determinada.
La importancia de los microclimas es evidente en varios campos, como la agricultura, el urbanismo y las ciencias medioambientales. En la agricultura, los microclimas pueden ser decisivos para determinados cultivos, ya que ciertas plantas requieren condiciones particulares para prosperar. En las ciudades, la comprensión de los microclimas puede contribuir a la eficiencia energética -por ejemplo, reduciendo los costes de refrigeración en zonas especialmente calurosas- o a mejorar el confort general de los residentes. Si entendemos cómo se forman y funcionan los microclimas, podremos adaptar mejor nuestras estrategias de agricultura, construcción y conservación del medio ambiente.
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