La sequía es un periodo prolongado de precipitaciones por debajo de la media, que provoca una escasez de agua que afecta a los ecosistemas, la agricultura, las comunidades y las economías.
La sequía se produce cuando los niveles de precipitación permanecen significativamente por debajo de lo normal durante un periodo prolongado, lo que provoca condiciones de sequía. Algunas sequías se desarrollan gradualmente a lo largo de meses o años, mientras que otras, conocidas como sequías repentinas, pueden surgir rápidamente debido a cambios repentinos en la temperatura y las tasas de evaporación. Los factores naturales, como los cambios en los patrones meteorológicos, y las actividades humanas, como la deforestación, el riego excesivo y el cambio climático, pueden contribuir a las condiciones de sequía.
Las sequías suelen medirse mediante índices científicos como el Índice de Precipitación Estandarizado (SPI) y el Índice de Gravedad de la Sequía de Palmer (PDSI), que evalúan los cambios en las precipitaciones, la humedad del suelo y la temperatura a lo largo del tiempo.
Hay cuatro tipos principales de sequía, cada uno con causas y efectos distintos:
Las sequías pueden tener efectos generalizados, entre ellos:
En algunos casos, las sequías prolongadas pueden provocar graves crisis humanitarias, especialmente en regiones que dependen en gran medida de la agricultura o carecen de infraestructuras hídricas fiables.
Las sequías pueden durar desde semanas hasta décadas. Las sequías de corta duración suelen ser el resultado de cambios meteorológicos temporales, mientras que las sequías de larga duración se deben a cambios prolongados en los patrones climáticos y a una escasez persistente de agua. Algunas de las sequías más largas de la historia han durado varias décadas y han alterado de forma significativa los paisajes y las economías.
Las sequías son más frecuentes en las regiones áridas y semiáridas, como algunas zonas de África, Australia, el suroeste de Estados Unidos, Oriente Medio y el sur de Asia. Sin embargo, las sequías pueden aparecer en cualquier región que experimente cambios prolongados en los patrones meteorológicos, especialmente en zonas que dependen de las precipitaciones estacionales o del deshielo.
Con el cambio climático, muchas regiones están experimentando sequías más frecuentes e intensas debido al aumento de las temperaturas, la alteración de los regímenes de precipitaciones y el incremento de las tasas de evaporación. Estos cambios son especialmente preocupantes en zonas con escasez de agua que ya tienen dificultades para gestionar sus recursos.
Aunque las sequías no pueden evitarse por completo, sus efectos pueden minimizarse mediante estrategias de mitigación y adaptación:
Combinando la vigilancia científica con una gestión proactiva, las comunidades pueden prepararse mejor para las sequías y responder a ellas, reduciendo los daños a largo plazo para los ecosistemas y las economías.
Publicado:
9 de abril de 2025
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