La construcción es una industria que funciona todo el año, y a menudo los proyectos deben continuar a pesar de las difíciles condiciones ambientales. Las inclemencias del tiempo suponen un grave peligro para la seguridad de los trabajadores y pueden afectar gravemente a los plazos del proyecto, al funcionamiento de los equipos y a la calidad de la construcción.
Desde fuertes lluvias y nieve hasta calor extremo o temperaturas bajo cero, la gestión de una obra en estas condiciones requiere una planificación cuidadosa, políticas adaptables y protocolos de seguridad sólidos. Para cualquiera que trabaje en una obra, desde los jefes hasta los operarios, es crucial saber cómo gestionar el mal tiempo para evitar riesgos y retrasos.
En este artículo analizaremos: qué son las inclemencias meteorológicas; los 4 principales retos que plantean; 4 estrategias de gestión para mitigar los riesgos meteorológicos en la construcción; y, por último, los componentes clave de una política de seguridad eficaz.
Por inclemencias meteorológicas se entiende el mal tiempo que supone riesgos para los trabajadores de la construcción, retrasa el trabajo o pone en peligro los proyectos de construcción. Entre ellos se incluyen, entre otros, los siguientes:
Las lluvias torrenciales y las inundaciones anegan las obras, crean superficies de trabajo inseguras y provocan la erosión del suelo, lo que puede dañar los cimientos y el acceso a las obras. Las tormentas de nieve y las ventiscas reducen la visibilidad y pueden dar lugar a superficies heladas u obligar a cerrar las obras por falta de seguridad.
Las temperaturas bajo cero interfieren en el curado del hormigón y merman el rendimiento de la maquinaria. Los vientos fuertes crean condiciones peligrosas en la obra, sobre todo para los trabajos elevados o el manejo de grúas y andamios.
Los relámpagos y las tormentas eléctricas fuertes suponen un peligro eléctrico y requieren evacuaciones del lugar para garantizar la seguridad.
El calor excesivo o las olas de calor aumentan el riesgo de estrés térmico y deshidratación en los trabajadores, especialmente en los que llevan EPI.
Las obras de construcción son sistemas complejos en los que intervienen mano de obra, maquinaria y logística de materiales. Las inclemencias meteorológicas pueden desorganizar cualquiera de estos componentes. Algunos de los retos más acuciantes son:
Aunque las malas condiciones meteorológicas no pueden controlarse, su impacto en la construcción puede mitigarse mediante estrategias proactivas de planificación y gestión. He aquí cuatro soluciones eficaces:
Los equipos también pueden suscribirse a alertas meteorológicas que avisan con antelación de la llegada de tormentas, heladas o fuertes vientos, lo que les da tiempo para asegurar el equipo y los materiales. Así se reducen los incidentes y se garantiza el avance del proyecto.
Además, secuenciar el trabajo de modo que las tareas interiores puedan realizarse cuando las condiciones exteriores sean malas permite que el proyecto general siga avanzando.
La rotación de las cuadrillas, la ampliación de las horas de trabajo en los días de buen tiempo o el uso de técnicas de construcción modular también pueden aumentar la flexibilidad.
También pueden utilizarse cerramientos temporales, elementos calefactores o deshumidificadores para crear un entorno controlado para actividades delicadas como pintar, verter o soldar.
Dedicar tiempo a preparar el trazado antes de iniciar la construcción puede evitar costosas interrupciones posteriores.
Una póliza sólida contra las inclemencias del tiempo en la construcción suele incluir:
En primer lugar, una política meteorológica para la construcción debe tener definiciones claras de lo que constituye inclemencias meteorológicas basadas en normas regionales. Procedimientos operativos normalizados sobre cuándo suspender el trabajo y cómo reanudarlo. Políticas de EPI y seguridad, como el suministro de ropa de alta visibilidad, equipos aislantes o chalecos refrigerantes.
En segundo lugar, debe haber estrategias de comunicación para informar en tiempo real a trabajadores, subcontratistas y clientes. Cláusulas contractuales y planes de contingencia que tengan en cuenta los retrasos meteorológicos, la asignación de recursos y los posibles ajustes financieros. Especialmente en proyectos regulados por sindicatos o financiados por el gobierno, estas políticas suelen formar parte de las obligaciones contractuales, por lo que es imprescindible que estén detalladas y actualizadas.
Las inclemencias meteorológicas son una parte difícil pero manejable del sector de la construcción. Ya se trate de lluvia, nieve, calor extremo o viento, todas las obras son vulnerables a los riesgos meteorológicos. Sin embargo, con una planificación proactiva, el uso de materiales adecuados para las condiciones meteorológicas y una buena comunicación, estos retos pueden convertirse en inconvenientes manejables en lugar de costosos desastres.
La clave está en la preparación: tener una política clara, equipar a los trabajadores con conocimientos y equipos de protección, y ser flexibles con los plazos. Con el enfoque adecuado, incluso las condiciones meteorológicas más extremas pueden tenerse en cuenta sin comprometer el éxito del proyecto.
Publicado:
25 de abril de 2025